Millás. El móvil
"Estábamos aún en trance de resolver qué destino dar a los zapatos del difunto, a sus trajes, a sus corbatas, a su reloj, a sus cinturones y a su máquina de afeitar, cuando apareció en un bolsillo de la chaqueta, al amortajarle, este trasto, el móvil, con la agenda del finado, con sus mensajes de entrada y de salida, con sus borradores, con su relación de llamadas (la mayoría, perdidas), su calendario, su álbum de fotografías personal, sus correos electrónicos, su despertador, sus archivos, sus ajustes, su navegador..."
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Igual que se cierran los ojos, al certificar la muerte se debería apagar el móvil del muerto.
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